martes, 4 de marzo de 2008

Dia 10

Historias de vida como la que estamos a punto de mostrar son los principales argumentos para los que abogan por la causa de los desplazados, pues les sirven para demostrar que a pesar de la adversidad, si se cuenta con las herramientas apropiadas y el empeño necesario, es muy probable que las cosas terminen bien, sin importar que tan turbio sea su pasado.

Pablo es un joven próximo a los 20 años que actualmente se desempeña como monitor en el Centro de Referencia y Oportunidades Juveniles (CROJ). Se gradúo siendo beneficiario de un programa del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y se especializo en panadería y marquetería y próximamente se graduara como Técnico en electricidad y electrónica automotriz. Su futuro parece ser bastante prometedor. Sin embargo, no se puede decir que el pasado de este joven sea el de un muchacho privilegiado.

De niño, Pablo se alejo de su familia al punto de llegar a vivir solo a la edad de 12 años, sosteniéndose gracias a sus conocimientos en mecánica y reparación de motos. Este oficio lo llevo a hacer trabajos para guerrilleros y paramilitares a la vez, lo cual llego a ponerlo en aprietos con la guerrilla y a obligarlos a buscar protección en las filas de las autodefensas. Estas le financiaron su estudio y estadía en el pueblo, con la condición de que este les sirviera de informantes. Con el tiempo, su temor a ser capturado o acecinado fue aumentando hasta hacerse realidad, cuando la policía lo arresto. Al ser menor de edad, gozo de la protección del estado y recibió suficiente ayuda como para llegar hasta donde esta.

Su adaptación a la nueva vida que el Estado le proponía era bastante complicada, igual que con la de cualquier desplazado o reinsertado, pues le exigía cosas tan pequeñas como adaptarse a nuevas dietas, y tan atemorizantes como convivir con joven ex-guerrilleros, con los cuales termino entablando buenas amistades.
Relato de la pagina Web de la "Organizacion Internacional para las Migraciones".

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