lunes, 25 de febrero de 2008

Dia 2

Hoy, viendo uno de los artículos del año pasado del periódico el tiempo, encontré una noticia en la cual exponían claramente los sentimientos que experimentaban las distintas personas que hicieron parte o fueron afectadas por el conflicto armado al ser reunidas en la misma habitación.

En una reunión programada por el gobierno el diciembre pasado, familiares de personas acecinadas por las autodefensas y desmovilizados se reunieron en un acto solemne que pretendía darle la bienvenida a los desmovilizados a la comunidad y simbolizar el perdón por parte de la sociedad. En este encuentro victima-victimario, las lágrimas, la frustración, la rabia y el rencor, de formas muy sutiles, se hicieron presentes entre las personas que habían perdido propiedades y seres queridos en manos de los paramilitares. Por otro lado, la euforia, la riza y la festividad se apoderaron de los reinsertados, que entregaron sus armas para iniciar su programa de reinserción. A regañadientes, algunas de las victimas únicamente les dieron la mano, otros ni el saludo les dirigieron a los ex paramilitares, y otros no pudieron contener el llanto recordando a esposos, hijos, familias enteras que se han ido para siempre.

Este tipo de sucesos sirven para aumentar nuestra perspectiva de cómo el proceso de reconstruir la vida después del conflicto armado empieza dichosamente para algunos, y de cómo para otros parece nunca terminar, pues la sombra de la injusticia y la muerte todavía atormenta sus mentes.

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